Para ganar algo de dinero, mientras cursaba segundo de ingeniería informática, trabajé como figurante en una conocida serie internacional. Fue en ese momento cuando me enamoré de la magia que se crea en un plató, una sensación de pertenencia que me hizo sentir como en casa. Decenas de personas colaborando en perfecta armonía, como engranajes de un reloj, para que el espectador pueda disfrutar de auténticas obras de arte. Me fascina la oportunidad de convertirme en una persona diferente cada día, de explorar nuevas identidades y contar historias que resuenan en el corazón de la audiencia.